La deshumanización de la Europa fortaleza y el nuevo municipalismo ante la crisis de los refugiados (“Eje de Migraciones de Barcelona En Comú”).
El discurso que justifica la barbarie es “en Europa no
caben todos”, un discurso que no hace más que reafirmar el egoísmo europeo,
porque “a Europa no llegan todos”. De hecho, Estados como el Líbano y Jordania
ya han recibido a más de 3 millones de refugiados sirios; y ésta “Europa que no
caben todos” se olvida que hace no muchos años la población europea también
huyó de la guerra y del hambre hacia un sur
humano y solidario con ellos. Pero además la frase que justifica la
barbarie omite intencionadamente que en Europa hay “otros que si caben”. La
libertad de circulación de bienes y mercancías, y de capitales es protegida y
la llegada de personas que signifiquen dinero ya sea en forma de turistas o de
negocios es bienvenida. Los gobiernos europeos diseñan todo tipo de políticas
para que el capital global se instale a Europa y en el mundo “de los otros que si acaben” cualquier
restricción es vista como un atentado a la libertad pues las ganancias, éstas
si, son globales.
Este mismo discurso confunde intencionalmente un
derecho humano a proteger la vida con la falacia del “efecto llamada” hacia
Europa. El efecto llamada no existe, entre otras porque el 86% de los
refugiados son acogidos por los países del sur y porque la razón por la que
huyen no es otra que la guerra instalada en sus países. De hecho, seis de cada
diez personas de las que han llegado a Europa por el Mediterráneo en lo que va
de 2015 vienen de países en los que las violaciones de derechos humanos son
constantes. Las políticas europeas no crean un efecto llamada, por el contrario
ha sido la política exterior, militar, comercial y diplomática de la Unión
Europea la que ha participado activamente en crear y recrudecer las situaciones
de guerra.
Y cuando en Europa algunas conciencias parecen
conmoverse porque el drama humano es inmensurable entonces se habla de la
“lucha contra las redes de tráfico”. Pero, nuevamente este discurso es perverso
y tramposo porque utiliza el argumento de los derechos humanos para reducir las
políticas de migración y asilo a políticas de “lucha contra las redes” y de
esta forma no tener que hablar de políticas de acogida. En la doble moral de
este discurso se omite intencionadamente que las redes existen porque los muros
en Europa son cada vez más altos y una cuestión de derechos humanos se reduce,
con una naturalidad pasmosa, a un tema de persecución policial de las redes de tráfico
de personas, es decir a una cuestión de política criminal. Con la gran paradoja
que, entonces, la lucha contra las redes se traduce en más flotas marítimas, más
policías de fronteras y más represión.
En medio de tanta desolación e inhumanidad, la
declaración de Barcelona como ciudad acogedora de refugiados muestra la otra
cara: la de ciudadanos y ciudadanas comprometidas con los derechos humanos y dispuestas
a proteger la vida de las mujeres, hombres, niñas y niños que huyen de la
guerra. La iniciativa de la red de ciudades refugio abre las luces de esperanza
hacia la transformación de la Europa Fortaleza y supone una respuesta global a
la crisis. La declaración de Barcelona y la iniciativa de la red de ciudades es
un paso más hacia la reconstrucción del municipalismo transformador dispuesto a
proteger la vida y los derechos humanos.
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